lunes, 25 de junio de 2007

Era otoño... y había cerrazón.

Una fina garúa, suspendida como una enorme sombrilla que todo moja, tapa al humilde asentamiento Las casitas grises como el tiempo, con sus techos de paja “a doble agua”, mojado, permanecen más chata que nunca. Acurrucadas. Igual que gallinas empapadas y adormecidas por el frío en sus palos de dormir.

Finos filamentos de humo, salen tímidamente de alguna cocina. Como único testigo de la existencia humana en aquel lugar miserable. Al mirar detenidamente aquel hilo, daba la impresión de que, en lugar de elevarse desde el suelo, bajaba en medio de la garúa.

El día amaneció frió, húmedo y penetrante, sin viento. Hace que el humo permanezca como una mancha negra, una cinta de luto, sin desvanecerse.

Demasiado frío bloquea la razón y el entendimiento.

Anastasio pega una mascada rápida a su naco, con la lengua lo aplasta contra la encía.

Echa una rápida ojeada al entorno y pegó el escupitajo. El salivazo salió despedido como un meteoro marrón; estrellándose con un chistido contra el suelo brillante e inflado por la humedad.

El suelo mojado chilló al contacto con un crepitar, como si resistiera a una braza ardiente.

“Tierra roja, como mancha de sangre sucia”- piensa para su adentro.

El naco es lo único que le ayuda a calmar la ansiedad; a pensar y a no pensar. Le adormece la mente, consuelo y látigo del pobre,

Hoy domingo es un día especial. No solo por ser un día feriado. Anastasio ya no recuerda cuando fue la última ves que fue a la misa; a aquella capillita que queda como a cinco leguas.

La mente se le oscurece y enturbia al recordar el suceso.

Fue cuando tuvo que acompañar a su compañera a “bencedir a la criatura”.

“Para que no quede chimbo. Y pueda ir al primer grado.”- era la suplica constante

Cristina tenía 8 años cumplidos.

¡Carajo! Casi 10 años ya se fueron.- Pronuncia en vos alta.

Por repuesta del tizón salta una chispa, un chisporroteo, prueba que está latente, con vida.

“Está haciendo más frío aún”- susurra en voz baja, como un reclamo- mientras que con un gemido pega un soplido a la leña madre. .

El grueso tronco agradece y responde con el destello de una redonda luz roja.

“Así también son los recuerdos. Como el tizón. Un soplo y reviven”-se lamenta Anastasio.

Sabe que tiene guardadas más penas que alegrías

El alma se le estruja. Pasaron más de tres años desde que la hija se fue a Bs As.

Para trabajar en una casa de “gente cate”.

Ahora parece que fue ayer. La mamá la acompaño hasta la ruta, a esperar el colectivo.

Anastasio optó por no acompañarla. No es de hombre llorar.

“!Carajo!”. lo q es ser pobre. La Cristina recién cumplía los 15 años.

La mama dijo”Aquí no tiene futuro” Solo va a traer hijos al mundo.

Ella dijo y él aceptó.

Lo dejó ir sin resistencia. Aunque sentía que el corazón se le resquebrajaba en mil pedazos.

“La bendición pa”- ella pidió-.

“Ñande Yara y Tupasy, te acompañen mi hija” Apenas pudo pronunciar con la voz temblorosa, mientras ella se perdía en la niebla.

Y esa fue la despedida

Era un domingo, igual que hoy.

Pasaron tres años.

La pucha! Había “cerrazón”. Igual que ahora.

Eso no olvida Anastasio. Rememora, como culpando a la neblina de su pena.

Hoy, igual que entonces, no tiene fuerza para ir llegar hasta la ruta.

Más, ahora que la patrona ya no está. Tres meses de luto es una herida muy reciente.

Afuera, la garúa se ha trasformado en una densa y espesa niebla.

“Con este cerrazón, el sol ni va a salir” –musitó- en un vano intento de torcer sus pensamientos y así remendar su corazón quebrado.

El año pasado, Cristina mandó una carta donde decía que esperaba un hijo. El patrón era el papá, pero no quiere reconocer-decía.

¡Carajo!. Pensó. Eso no es de hombre. Si no quiere darle su apellido; es peor que negarle el alimento a una criatura.

La vieja se murió de pena, seguro por eso –eso piensa ahora.

La negra pava con mango de marlo, apoyada en la horquilla de alambre, gorgotea nerviosa. sobre el fuego

Anastasio ceba su primer mate, con cada chupada se le desangra el corazón, ahora que toma solo.

Escucha el lejano bocinazo de algún colectivo.

La mente se obnubila por la ansiedad.

Hasta Tigre, el viejo y ciego perro, que está acurrucado junto al leño, se despereza y pega un débil ladrido.

Ni el naco, ni el mate logran calmar tanta ansiedad. El momento de espera que era eterno, ahora se hace presente.

Dos lagrimones apurados y sin disimulos, surcan en paralelos su rostro.

Mucha ansiedad contenida, mucho dolor guardado.

Unos golpecitos suaves en la puerta y el crujir al abrirse..

Tigre que se apura a recibir la visita.

La puerta que se abre. Y en el umbral ella. Con su piel muy blanca, sus largas cabelleras negras y la misma hermosura de siempre en su rostro.

En su mano solo un bolso por todo equipaje..

Y en su pancita todo el universo

¡Hola-.Pronuncia ella- Como un ángel. Era su niña, su niña-ángel.

Anastasio se levantó de un golpe.

La vista se le nubló; Fuertes aleteó de miles de palomas ganaron su corazón , mientras de sus ojos manaba el manantial de lagrimas.

No recuerda cuando fue la última ves que la abrazó.

Pero ahora sabe, que están llorando juntos y abrazados. Siente unas pataditas ( o solo imagina) de esa pancita inflada contra su cuerpo. Las lagrimas se juntan en miles de arcos iris, limpian tantas soledades y decepciones acumuladas.

Tigre, el viejo perro ciego, entre gemido gira y gira alrededor de ellos; como en una torpe danza.

Afuera una densa niebla seguía oscureciendo el día.

Domingo, con niebla ella ha regresado.

Igual que hace tres años; cuando ella se perdía en la niebla.

URU

Algunas traducciones

  1. Naco: tabaco prensado, que los campesinos mastican.
  2. Chimbó: persona o animal que quedó solitario, huérfano sin padre, dueño o lugar,
  3. Tizón: madero, tronco duro que permanece todo el tiempo encendido, como guía-encendedor.
  4. Ñande Yara Y Tupasy : Dios y la Madre
  5. Cerrazón: niebla, neblina.

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