domingo, 23 de marzo de 2008


La hora del cine. ( por Ruben Guirland)

Aún me quieres ?. Le murmuré en un susurro al oído, mientras mis labios rozaban la suavidad de su mejilla.
La oscuridad de la sala del cine confabulaba e invitaba al abrazo y las tiernas caricias,
Influenciado por la escena de amor y mientras su cabellera color miel jugaba con mi rostro, era imposible disimular aquel sentimiento.
¿Acaso pronuncié aquella oración bajo el influjo de la película? O fue el momento esperado, oportuno, decisivo para pronunciar las palabras guardadas, deseadas...y temerosas.
Pero debía vencer el miedo a la realidad, a la incertidumbre que nubla el razonamiento.
Causa o consecuencia.
Antes la frase ya pronunciada, en el tiempo eso pierde toda importancia. Es más carece de sentido.
Ella por repuesta dio vuelta la cara descubriendo mi ansiedad (aun en la oscuridad), poso sus ojos sobre mí, mientras sus labios abiertos en una tierna sonrisa rosaban suavemente mi frente. Quizás aquella fue el beso de la condena…
Después el silencio.
A seguir la escena de la película.
Ella tomó mi mano entrelazando nuestros dedos; me así a esos dedos mientras me caía irremediablemente en el precipicio donde reina el desconsuelo.
Solo resta aceptar, reconocer lo perdido, lo imposible. Pero, como pesa este sentimiento!!.Esta esta carga, esta cruz.
Este puñal!!.
Dicen que el tiempo cura todo. Y lo que el tiempo no cura, cura la muerte.
El regreso del cine fue en silencio.
"Estoy confundida, necesito tiempo"- fue lo ultimo que dijo mientras abría la puerta del auto…
Y esa, con un beso fugaz casi robado fue la despedida.
Un trueno anuncia la inminencia de la lluvia.
Lluvia.
Necesito para limpiar, desahogar esta pena.
El cielo o el inferno (o ambos) escuchan mi deseo.
Y se desata una tormenta con lluvia y granizo.
Toda la furia contenida arrasa con la ciudad, que
queda a oscuras, estremecida por un trueno.
Solo los faros de los automóviles dan luces a tantas tinieblas. Yo acelero a mil.
Necesito huir, escapar.
Las luces muy blancas de un automóvil cada vez más cerca me invitan a la libertad. Acelero desesperado buscando aquellas luces muy blancas, para escapar hacia la libertad. Después solo la nada.
Me espera el cielo, o el infierno.
53 años yo, 18 ella. Ahora es libre y yo viajo hacia la libertad.

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